He cargado en mi pagina de facebook cuatro fotos, digamos personales....no, no , no…en esas fotos no estoy recostado sobre una piel de oso, en pelotas, mordisqueándome el meñique y mirando a la cara con pose sugestiva.
Cuando digo que son personales es porque las imágenes son de mi bien más preciado…mis hijos….
Son fotos bastante amateurs, pero tomadas en el momento justo,…y cuál es ése?
El de su niñez.
Mi hijo mayor con la huasteca neolonesa al fondo. Los altos cerros simulando ser un mar que el crío tendrá que cruzar luchando contra todo y contra todos.
Mi pequeña, comiendo en la casa de sus abuelos maternos, muy seria y con cara de circunstancia a pesar del estridente mariachi al lado
Los dos juntos en una tarde placentera, en el Parque Niños Héroes dando de comer a los patos y en la foto rodeados amorosamente por la sombra de los árboles y paradójicamente por la luz que el sol se empeña en brindarles.
Finalmente la cuarta foto es del que escribe y su primogénito. Estamos en el cerro de la Bufa. Ambos vestidos como tropa revolucionaria y mi General Villa en su corcel relinchando atrás de ambos.
La foto nos la tomamos espontáneamente. Bueno , no tanto…en realidad yo sí quería una foto de ese tipo pero no me atrevía. Y de pronto el chamaco, como leyéndome la mente me invitó a probarnos el disfraz…eran los tiempos en los que a sus nueve años le daba por disfrazarse de payaso, de calavera o de alienígena con casco y capa. Así que la cámara capturo ese instante, de esos que conforme crece el niño y se convierte en adolescente difícilmente comparte con su padre. Ese momento, en el que como digo en el pié de foto, le dio una patada al viejo cascarón y dejó salir a mi yo infantil a dar una vuelta.
Gracias hijos
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